La historia de la población de Vila-seca ha estado siempre vinculada al castillo, ya que el edificio original data del siglo XII.
Fue construido durante la repoblación del Camp de Tarragona por Ramon d’Olzina, primer señor feudal de Vila-seca por orden del rey Alfons I el Cast, el arzobispo Bernat Tort y Guillem de Tarragona.
Posteriormente pasó a manos del Arzobispado de Tarragona, que en 1680 lo vendió a Johan Kies Helmont, cónsul de Holanda en Barcelona.
En 1899 el castillo y sus tierras fueron adquiridas por Isidre de Sicart i Torrents, que hizo transformar la construcción de acuerdo al proyecto del arquitecto Enric Fatjó i Torras y, a partir de entonces, pasó a ser identificada como el Castell del Comte de Sicart. Por este motivo, la edificación, tal y como la vemos actualmente, es de estilo neogótico, con influencias estilísticas del centro y del norte de Europa.
El 22 de octubre de 2005, el pleno del Ajuntament de Vila-seca aprobó la adquisición de este castillo y del jardín adyacente.
Historia de la repoblación del Camp de Tarragona
La llegada al Camp de Tarragona de los musulmanes en el siglo VIII convirtió esta tierra en zona fronteriza entre los cristianos, al norte, y los musulmanes, al sur. Esta situación provocó que los condes del norte de Catalunya emprendieran la recuperación, dominio y repoblación del Camp. Por lo tanto, una vez consolidados los condados cristianos de la Catalunya Vella, era necesario desbancar la presencia musulmana de Tortosa y Lleida a fin de poder repoblar el Camp de Tarragona. Finalmente, en 1118 el obispo de Barcelona, Oleguer, fue nombrado arzobispo de Tarragona y encomendó al caballero normando Robert d’Aguiló el inicio de la repoblación del territorio de Tarragona y las tierras de alrededor.
Hacia el año 1162 Villassicca, hoy Vila-seca, fue dada en feudo al caballero Ramon d’Olzina por los tres señores del Camp de Tarragona: el rey Alfons I el Cast, el arzobispo de Tarragona, Bernat Tort, y Guillem de Tarragona, hijo del caballero Robert d’Aguiló.
Ramon d’Olzina fue, así pues, el primer señor feudal de Vila-seca. Por este motivo, cuando tomó posesión del dominio adjudicado, edificó un castillo sobre las probables ruinas de una fortificación de origen romano o bien, siguiendo las normas consuetudinarias de la época, construyó uno nuevo en el mismo lugar como inicio de la repoblación de la zona.
Esta enfeudación debió convivir con la otra parte del territorio de que la era feudatario directo el arzobispo de Tarragona. En consecuencia, la primera Vila-seca es la denominada Vila-seca dels Olzina y la segunda, Vila-seca del Comú, que ocupaba el núcleo de la villa actual. Esta diferenciación de dos entidades poblacionales tan cercanas fue detectada por su participación y duplicidad en los organismos públicos de la época. Ambas Vila-seca crecieron separadamente a lo largo de siglos. Finalmente, sin embargo, en el año 1525 su unieron y fueron integradas en un único municipio, en el que prevalió el nombre de Vila-seca dels Olzina (posteriormente Vila-seca de Solcina).
Evolución del castillo
Desde su origen en el siglo XII, en este largo período de ocho siglos y medio han sido numerosas las vicisitudes del castillo, así como también distintas las familias señoriales que han sido sus titulares.
Hacia finales del siglo XVII, un siglo y medio después de la unión de las dos Vila-seca, el castillo y las tierras adyacentes fueron vendidas por el arzobispado de Tarragona a Johan Kies, cónsul de Holanda residente en Barcelona. Este comerciante fue el representante de los Países Bajos ante el Archiduque durante la guerra de Sucesión.
El señor Kies era productor de holandas (aguardiente de vino) y estableció en Vila-seca las primeras fábricas de aguardiente de Catalunya. Esta actividad necesitaba de una importante explotación acuífera para poder funcionar, por lo que a lo largo del siglo XVIII se produjo la explotación de numerosos pozos y minas de agua, lo que provocó la conversión de tierras de secano en tierras de regadío.
La familia Kies reconstruyó el edificio medieval del castillo siguiendo el estilo de las casas de campo holandesas –aunque conservó la sólida torre del homenaje– y durante el setecientos instaló unos alambiques de aguardiente. Los sucesores de Johan Kies fueron los propietarios del castillo hasta el año 1899.
El día 20 de septiembre de 1899, Josefa de Torrents Higuera, viuda de Isidre de Sicart Soler, adquirió el castillo y las tierras adyacentes a Antoni Kies Muñoz a favor de su hijo Isidre de Sicart Torrents, primer conde de Sicart, casado con Dominga Vilar Juera.
El nuevo propietario impulsó las obras de remodelación del castillo durante los años posteriores a partir del proyecto del arquitecto Enric Fatjó i Torras, que utilizó piedra de soldó, edificó las balconadas y añadió elementos modernistas propios de la época. El proyecto de Fatjó transformó el conjunto de un edificio neomedieval –de influencias estilísticas del centro y del norte de Europa– con grandes ventanas en la planta noble, la terraza con almenas y balcones en la torre angular. La torre de los Olzina o del homenaje (la parte más antigua) quedó unida al castillo por un paso elevado y su cara exterior fue recubierta.
A la muerte de Isidre de Sicart Torrents el 15 de octubre de 1929, heredó el castillo su hijo Isidre de Sicart Vilar, casado con Josefa Llopis de Pedro. El hijo de este, Josep Maria de Sicart Llopis, casado con Eugènia Girona Villavecchia, heredó nuevamente el castillo a la muerte de su padre, el 17 de mayo de 1948. El primero, y sus hijos y nietos posteriormente, fueron propietarios del castillo hasta el 22 de octubre del 2005, cuando fue adquirido por el Ajuntament de Vila-seca.
En el transcurso de los 106 años de propiedad de la familia Sicart, generación tras generación, sus miembros se han implicado personalmente en este patrimonio histórico y el municipio de Vila-seca. Sirva como buen ejemplo de este vínculo el hecho de que durante la Guerra Civil la familia Sicart cedió una parte del castillo para que fuera convertida temporalmente en la escuela del pueblo, ya que la imponente construcción ofrecía una buena protección para los niños y niñas durante el conflicto bélico; además de la múltiples colaboraciones con la población, las entidades y el Ajuntament.
A finales de los años cuarenta, concretamente en 1949, el castillo de Vila-seca fue declarado BCIN (Bé Cultural d’Interès Nacional). Posteriormente, en el año 1988 fue declarado BCIL (Bé Cultural d’Interès Local), por lo que tiene una doble protección patrimonial.
Relación de los señores del castillo de Vila-seca, desde la enfeudación hasta la actualidad
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De la familia Olzina al Arzobispado
1164-1166: Ramon d’Olzina
1208: Joan, Berenguer, Bernat y Arnau d’Olzina
1213: Berenguer d’Olzina
1292: Joan y Guillem d’Olzina
1326: Gabriel, Bernadó, Blanqueta y Berenguerona d’Olzina
1331: Bernadó y Berenguerona d’Olzina
1340: Bernat d’Olzinelles, casado con Berenguerona
1361: Joan d’Olzinelles
1397: Bernat d’Olzinelles
16/09/1398: Beatriu d’Olzinelles
1417: Bernat d’Olzinelles
1438: Bernat Saportella
1479: ? Gaspar Saportella
1518: Caterina Papiol, viuda de Gaspar Saportella
1525: Pere de Cardona, arzobispo de Tarragona
1530: Arzobispado de Tarragona -
La familia Kies
1690: ? Johan Kies
1718: ? Antoni Kies Sala
1771: ? Joan Kies Guasch
31/05/1795: Ignasi Kies Guasch
(litigio): Antoni Kies Sarinyena
1887: Antoni Kies Muñoz -
La familia Sicart
Josefa Torrents, viuda de Isidre Sicart Soler
1899: Isidre de Sicart Torrents, conde de Sicart
1929: Isidre de Sicart Vilar, conde de Sicart
1948: Josep M. de Sicart Llopis, conde de Sicart y barón de Salillas
2005: Ajuntament de Vila-seca
Un nuevo espacio para el siglo XXI
El proyecto de rehabilitación del castillo ha hecho posible dotar el edificio de todas las garantías estructurales y lo ha convertido en un equipamiento de carácter municipal y polivalente para usos culturales. La intervención ha permitido la incorporación de un nuevo núcleo de comunicación con una escalera, ascensores y lavabos en cada uno de los diferentes niveles.
Las plantas se definen de abajo arriba como Pública, Administrativa e Institucional, además de contar en la planta baja con una sala de actos con capacidad para cien personas.
En el siglo XII, el castillo de Vila-seca era la casa de la ciudadanía, puesto que funcionaba como centro feudal y ahora, como entidad representativa de toda la ciudadanía del municipio, también lo es.